viernes, 22 de abril de 2005

Jornada por la memoria II


Sábado a la noche, muertos de cansancio, nos despedíamos a los abrazos después de la jornada homenaje número diez.
Como todos los años, las imágenes del día pasando como una película y las ideas amontonándose en la cabeza, sin poder abandonar las sensaciones del emocionante- alucinante ejercicio de memoria colectiva.
Me acordaba de los discursos que hablan "de cara al futuro", de reconciliación y perdón, que dicen que mirar siempre al pasado es inmaduro y no se animan a proponer "olvido" porque saben que esa palabrita ni el más distraído se la permitiría.
A ese grupo de locas que buscaban a sus hijos el poder les gritó "circulen". Sólo lograron que ellas nos enseñaran a caminar cuando el estado de sitio lo prohibía y a seguir caminando de miles de maneras durante estos treinta años. La plaza donde plantamos los árboles para homenajear a los compañeros cuyos nombres se sumaron a la placa este año se llama Plaza de Isidora, en homenaje a una de esas locas, y el barrio la reconoce como territorio de la memoria, pequeño intento de reivindicar aunque sea un cachito a una sociedad que carga con la verguenza de haberlas dejado solas ronda tras ronda.
No nos van a ganar- nos decía Jaime, papá de Luis Steimberg-. Desde que se lo llevaron lo estamos buscando y lo vamos a seguir buscando.
No, claro, no nos van a ganar.
(La unica lucha que se pierde es la que se abandona).
La promesa en la placa con sus nombres dice: "porque amaban la vida lucharon por un mundo mejor, porque hoy no están con nosotros los recordamos asumiendo el compromiso de concretar sus sueños".
Por eso no nos van a ganar. Y nunca más quiere decir nunca más terrorismo de estado pero también quiere decir nunca más un pibito pidiendo en una esquina, nunca más tipos desesperados buscando laburo, nunca más familias revolviendo la basura, nunca más un preso por luchar, nunca más uno solo de esos hijos de puta genocidas caminando por la calle.
Nunca más una lista larga...
Me gusta la tapa del libro- me dijo Carlos-. Me gusta porque el cielo es muuuy grande.
En la tapa del libro de historias de vida está el mural de la plaza, pero bajo un cielo enooooorme, lleno de palomas que lo surcan.
Y agregó, con los ojos húmedos de emoción: Nos queda mucho por recorrer.
Estamos recorriendo el cielo, pensé.
Y lo asocié a un comentario de mi vieja, tan ajena a la militancia, tan lejana señora del barrio, que vino hasta la plaza sólo porque su hija laburó para el homenaje.
Es más triste que ir al cementerio -me dijo- pero claro, estos familiares no tienen un cementerio adonde ir.
Bingo, me dije, y me quedaron rebotando en la cabeza: cementerio, memoria, plaza, cielo...
Ese territorio de la memoria en la plaza, espacio de vida y de reencuentro que construyeron un montón de tercos de la comisión por la memoria es eso: es recorrer el cielo para buscarlos, para abrazarlos, para que nos digan cosas al oído y nos den fuerzas para seguir, es un espacio mágico en el que están PRESENTES!.

María Eugenia Otero